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jueves, 6 de abril de 2017

Una Revoltosa Pop.


Hil,
¡Cuánto me alegro de verle de nuevo, Don Sebastián? ¿Cómo le va? ¿La familia? ¿Los negocios?

Seb.
Lo mismo digo, Don Hilarión. Negocios y familia, bien. La salud, excelente, pasados ya los últimos síntomas griposos del invierno.

Hil.
¿Y nuestras cosas? Me refiero a la zarzuela, claro está. Entre mis amigos, el único con quien puedo charlar de este tema, es usted. Al resto sólo les interesa el fútbol, los toros y, sobre todo la política. ¡Qué pesados! ¡A todas horas con  la política y los políticos! Pero la zarzuela, ¡les trae al pairo!
Proyecto Zarza - La revoltosa (Foto. T. Zarzuela)

Seb.
¡Que marinero le encuentro!

Hil.
Bueno, quizá un poco. Para que usted lo sepa, hace unos días he estado a punto de irme a pique.

Seb.
¿Y eso? ¿Ha estado usted enfermo?

Hil.
Enfermo … ¡del alma! ¿No se ha enterado usted?

Seb.
No, no. A mí no me gusta meterme en vidas ajenas.

Hil.
Perdóneme, creo que no me he explicado con claridad. Enfermo, no, triste sí, a qué negarlo


Seb.
¿Por alguna hija de Madrid … o de cualquier otra ciudad, pueblo o aldea?

Hil.
No va usted mal… Por una … ¡Por una zarzuela! Por una zarzuela juguetona, verbenera, inquieta, desenvuelta y algo coqueta, … revoltosa, por resumir.

Seb.
¡Ya entiendo! Usted ha estado preocupado por esa versión de La revoltosa que han hecho en la Zarzuela para muchachos y jóvenes, para adolescentes.

Hil.
Sí señor, porque esa revoltosa “novedosa” y “actual”, me ha causado una zozobra…

Seb.
¡Y dale con lo marinero! Yo no te tenido ocasión de verla, pero me han dicho que estuvo muy bien, que los chavales se divirtieron de lo lindo y que ha sido un verdadero éxito.

Hil.
Y tienen razón, Don Sebastián…, tienen muchísima razón. Cierto y muy cierto es que el espectáculo funciona, que es ágil y entretenido, que engancha a los jóvenes y que respeta al tema básico de la zarzuela, … pero no es La revoltosa.

Los muchachos y muchachas disfrutaron muchísimo, y sus profesores … y yo … Pero … ese espectáculo no es La revoltosa que escribieron López Silva y Fernández Shaw, no es La revoltosa cuya música compuso Chapí.

Seb.
Pero si el público lo pasa bien …

Hil.
Ya, pero no es eso. También se dice que todos los caminos llevan a Roma, pero pruebe usted a ir,  pasando por Las Palmas o Tenerife.

La cosa no es si un determinado espectáculo gusta o no; el asunto es si ese espectáculo se ofrece como debe ser.

Seb.
Ya, ya. La polémica de siempre. La eterna discusión. Los puntos de vista encontrados…  Mal arreglo.

Hil.
Piénselo usted, querido amigo, la mayoría de los chicos y chicas que han asistido al espectáculo, se han formado una opinión de La revoltosa. Esto sucede siempre que vemos o escuchamos por primera vez una obra artística.  Esa primera impresión se convierte en modelo. A partir de ahí, cada vez que volvamos a oír o a ver esa obra, la compararemos con nuestro modelo. Y, dígame?, Don Sebastián, ¿qué conclusión van a sacar estos jóvenes cuando vean una Revoltosa como Dios manda?
   
Seb.
Hombre, visto así … Si entramos en el terreno de la sicología íntima del individuo y la creación de modelos del suscosciente

Hil.
Cero al cociente, y bajo la cifra siguiente.

No lo tome usted a chirigota. A mí la cosa me parece seria.

Pero, dígame, ¿Cuándo ha escuchado usted el preludio de La revoltosa cantado?

Seb.
¿Cantado?

Hil.
¡Can-ta-do!

Seb.
¿Y con qué letra?

Hil.
Con ninguna. Mejor dicho, diciendo “la, la la”.

Seb.
¡Dios mío! ¡Como el Himno Nacional!

Hil.
¿Y el vestuario? Todos de calle, no sé si de marcas o de mercadillo, pero de diario. Así no hay quien se entere. Mie usted, casi l diría que estaba más potable la Señá Gorgonia que la mismísima Mari Pepa. ¡Y ya me dirá usté!

¿Y el señor Candelas? Un argentino que no pudo disimular su acento. Y eso que lo hizo muy bien, pero La revoltosa es Madrid, señor mío.

Seb.
¿Y los elementos modernos?

Hil.
Pues no gran cosa, a mi juicio. Teléfonos móviles, algunos mensajes proyectados en una gran pantalla, esos dibujitos con los que se entienden ahora los jóvenes, para mí indescifrables. ¡Ah! Y linternas, bueno teléfonos usados como linternas.

Seb.
¿Y la orquesta? ¿Y los cantantes?

Hil.
¿La orquesta?  Nada de orquesta: ocho músicos. Y pare usted de contar.

Los cantantes … Lo hicieron bien, incluso bastante bien, aunque no eran cantantes líricos.

Seb.
Me voy haciendo una idea. Una especie de comedia musical a la americana…

Y dígame, Don Hilarión, ¿con qué propósito?

Hil.
Hombre, Don Sebastián. ¡Con el de siempre! Con el noble propósito, con la loable intención .. de acercar la zarzuela a los jóvenes.

Seb.
¿Y usted cree que lo han conseguido?

Hil.
¿Yo? ¿Usted me ha visto a mí cara de pitonisa?



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