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domingo, 16 de abril de 2017

Teatro Real: La zarzuela ausente.


https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/0/0e/Teatro_Real_de_Madrid_-_02.jpg/270px-Teatro_Real_de_Madrid_-_02.jpg


Hil.

¡Buenos días, Don Sebastián!


Seb.

¡Buenos días, Don Hilarión! ¿Cómo se encuentra usted? ¿Le ocurre algo? Le veo apagao.

Hil.
Puede ser, querido amigo, pero hace un momento estaba encendío.

Seb.
Pero, ¿qué le pasa? ¿Algún conflicto con la electricidad?

Hil.
No, no, no es eso. Lo que ocurre es que estoy en una situación anímica insegura; paso de la indignación apasionada, lo que viene a ser encendío, a la tristeza melancólica, que sería el apagao. ¿Usted me comprende? Es decir, que paso del frío al calor, de la noche al día, y en consecuencia, me encuentro, para entendernos, entre Pinto y Valdemoro.

Seb.
O sea, que podríamos decir, también para entendernos, que está usted en un ámbito agridulce.

Hil.
Bueno, considerando la dualidad de la palabra, podría valer, pero yo diría –si me lo permite la Real Academia– agri-amargo.

Seb.
¿Y, perdóneme el interrogatorio, puede saberse la causa? Porque si es cosa de enfermedad, conozco yo un boticario que tiene una variedad de píldoras, grajeas, pastillas, pomadas, ungüentos,  bálsamos,  y demás, que ríase usted …

Hil.
Hombre, Don Sebastián, ¡recomendarme a mí un boticario! …

Seb.
No, por Dios. El boticario al que me refiero es usted mismo. Lo que quería decir es que si tiene usted algún mal sintomático, nadie mejor que usted para administrarse el remedio.

Hil.
No, no, amigo mío. No se trata de enfermedad física. La cosa es una situación confusa que tiene que ver con el Teatro Real y su próxima temporada de ópera.

Seb.
¿Con el Real y la ópera? Pero, vamos, yo le creía a usted zarzuelero y no operófilo.

Hil.
¡Pues claro! ¡Y seré zarzuelero o zarzuelista hasta que me muera! ¡Faltaría!

Pero también me interesan otras cosas de música, aunque la zarzuela sea lo primero. Y, además, ya sabe usted que ópera y zarzuela … como primos hermanos.

Seb.
Ya, ya. Y no le pregunto quién es el “primo” en este caso.

Hil.
¡Don Sebastián, está usted fino esta mañana!
El asunto es que viendo esta temporada, ¿qué cree usted que he descubierto?

Seb.
Hombre… Pues no lo sé. El Real es una cosa muy grande …  y me imagino que se pueden encontrar muchas cosas. Pero, no me haga usted pensar.

Hil.
Vale. He descubierto que hay muy poca música española. Mire usted, sólo dos obras, un encargo a la compositora sevillana Elena Mendoza, que se titula La ciudad de las mentiras y una ópera de cámara de Raquel García-Tomás y Joan Magrané, titulada disPlace.

Estas dos obras, con 5 y 3 representaciones, respectivamente, se unirán a estas otras:
Otelo de Verdi (13), Norma de Bellini (12), El holandés errante de Wagner (10), Madama Butterfly de Puccini (16), La clemenza di Tito de Mozart (9), Billy Budd de Briten (10), Rodelinda de Haendel (9), El gallo de oro de Rimski-Kórsakov (9), Bomarzo de Ginastera (5) y la ópera de cámara Le Malentendu de Fabián Panisello (3).

Seb.
Sólo dos obras españolas. ¿Y le extraña a usted esto? Desde siempre el Teatro Real no ha prestado demasiada atención a la música de nuestro país; recuerde que en muchas ocasiones se le ha llamado el “Teatro de la Ópera … italiana”. Y si usted lee su historia, verá que las cosas españolas que ponían hace un siglo, las daban al final de la temporada, cuando la mitad del público tenía un pie en El Escorial o en San Sebastián, o sea estaba casi de vacances.

Hil.
Ya, ya. Pero yo creí que las cosas cambiarían…

Seb.
¡Ay, amigo mío! A pesar de ser usted un simpático cascarrabias, sigue mostrando una inocencia a prueba de paciencia.

Hil.
Pero no es esto lo que más me duele.

Seb.
¡Ah, pero hay más! ¿Y se puede saber…?

Hil.
Pues verá usted, no hay ninguna zarzuela.

Seb.
¡Ninguna zarzuela! ¡Sí que es grave! …

Hil.
¡No se ría usted, haga el favor!

Seb.
¡Que no me ría! ¡Pero hombre! ¿Es que esperaba usted que todo un Teatro Real ofreciera en su temporada oficial una zarzuela?

Hil.
¡Hombre! Ya sé que esto no es fácil, pero pensé que como el Teatro de la Zarzuela ha programado óperas, pues, a lo mejor, quizá, habría algo de correspondencia por parte del Real.

Seb.
¿Óperas en la Zarzuela?
 
Hil.
Claro, escuche usted:  Juan José, de Sorozábal, una ópera de arriba abajo; La guerra de los gigantes, una ópera barroca de Sebastián Durón, y María Moliner, de Antoni Parera Fons, una ópera que será estreno mundial.

Seb.
Ya, ya… Pero … usted conoce mejor que yo las diferencias entre el Real y la Zarzuela. De presupuesto, de funcionamiento administrativo, de criterios ….

Hil.
Tiene usted razón, don Sebastián.  Pero la ilusión es lo último que se pierde.

Hil.
Hay quien dice que es la esperanza.



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