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miércoles, 11 de enero de 2017

LA CHINA EXÓTICA A LO ROSSINI.


Escena de la obra



Le cinesi. Ópera de salón en un acto. Texto de Pietro Metastasio. Música de Manuel García. M. Monzó. M. Nogales. C. Toledo. J.M. Zapata. Director musical y piano: Rubén Fernández Aguirre.  Auditorio de la Fundación Juan March, de Madrid, 10 de enero de 2017.


Normalmente, para comentar una función teatral basta con dejar constancia de la impresión que nos ha producido el trabajo de los intérpretes; puede incluirse algún detalle de corte más o menos historicista sobre la obra ofrecida. Sin embargo, la naturaleza y el valor de Le cinesi y el hecho de ser una función para escolares la que se comenta, requiere ofrecer alguna información más.

Le ciñese fue definida como ópera de salón. La “música de salón” tiene una consideración distinta de la otra, de la de “sala de conciertos” o “de teatro”. Calificar una obra como “de salón” supone, casi siempre,  identificarla como de menor valor artístico, lo cual nos parece una equivocación. A nadie se le ocurre calificar como de “salón” cualquiera de las grandes sonatas de Beethoven, aunque se escuchen en la sala de un palacio. En el caso de Le cinesi el calificativo sólo significa que la ópera estaba destinada a ser escuchada en un ámbito privado, pero una obra de algo más de una hora de duración, en la que sus cuatro cantantes están es escena permanentemente y cantan seis arias, un terceto y cuatro cuartetos, más ocho elaborados recitativos, no puede ser calificada, con simpleza, como “de salón”. Mucho menos si ofrece todo el catálogo de las posibilidades de un cantante: líneas melódicas largas y llenas, grandes saltos de tesitura, exigentes efectos de coloratura, y otros muchos recursos expresivos.

El hecho de que la función estuviera destinada a escolares, la mayoría de los cuales nunca habían escuchado, no ya una ópera, sino este tipo de música, merece comentario. El comportamiento fue correcto. Piénsese que estos muchachos, del ciclo educativo de secundaria, están acostumbrados a escuchar canciones que duran 3 o 4 minutos, y les pedimos que mantengan la atención, ¡en silencio!,  durante una hora, Se ve la mano de los educadores y organizadores y hay que destacar su trabajo. Además, como al final de la representación hubo un coloquio con los intérpretes y directores del espectáculo, pudimos comprobar qué cosas les llamaron la atención o cuáles les interesaron. Esta práctica, además de lo gratificante que es para el auditorio y los intérpretes, supone, a mi entender, una excelente retroalimentación para la preparación de otros programas didácticos.

Las protagonistas( De izda. a dcha): Cristina Toledo, Marina Monzó y Marifé Nogales
De la interpretación sólo puedo decir que me pareció estupenda. Marina Monzó, valenciana, es una soprano lírico ligera, que resolvió el largo y comprometido papel de Lisinga, que requiere grandes agilidades y toda clase de adornos. Cristina Toledo, soprano madrileña, dio vida a Sivene, personaje que pide sólo un poco menos de agudos que Lisinga, aunque es más coqueto; lo resolvió sin dificultad. Tangia, el personaje más “dramático”, fue defendido por la mezzosoprano guipuzcoana Marifé Nogales, de voz llena y rica; Manuel García la hace descender hasta una nota especialmente grave lo que llamó mucho la atención del público. José Manuel Zapata, tenor granadino, defendió el único papel masculino de la obra, le dio verosimilitud y gracia, y solventó a fuerza de coraje las seria dificultades que tiene en lo más alto de la tesitura.

Rubén Fernández Aguirre, desde el piano, se encargó de la dirección musical y del acompañamiento. ¡Un trabajo magnífico”; el acompañamiento de Le cinesi es exigente, complicado en algunos momentos y alejado del simple soporte armónico y aún melódico que escuchamos en otros casos; tiene personalidad propia.

La responsabilidad de la escena fue de Bárbara Lluch. Aunque la obra es “sencilla”, se desarrolla en un espacio cerrado, y el escenario es una sala de conciertos, presentó un trabajo convincente, con algún detalle que sorprendió al auditorio (el propio arranque de la obra). Muy adecuado el vestuario de Gabriela Salaverri (a algunos los escolares les extrañó que los vestidos estuvieran realizados a propósito y pintados a mano). En cuanto a la escenografía, fue solventada con un gran biombo y algunos muebles chinos; adecuada; no requiere más.

El espectáculo de Le cinesi merece la mayor difusión posible. La forma de hacer del Teatro de la Zarzuela y la Fundación Juan March en este tipo de producciones, lo acercan a todo el mundo, pues además de las siete funciones (tres escolares) ofrecidas, ha sido transmitida por RNE (Radio clásica) y en “Streaming” por la web de la Fundación, el video grabado estará disponible en esta misma página, pero sería muy interesante que esta obra pudiera ser ofrecida, en directo, en centros escolares y en pequeños locales de teatro, considerando que no es un espectáculo de costes elevados.  Quizá sea sólo cuestión de dar un paso adelante

Vidal Hernando.

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