Buscar este blog

lunes, 6 de mayo de 2013

CANCIONES PARA CERVANTES




Obras de varios autores. Elena Gragera, mezzosoprano. Antón Cardó, piano. Iagoba Fando. violonchelo. Auditorio Nacional, Sala de Cámaras. 19-4-2013.

Interesante concierto formado por un nutrido conjunto de canciones, con un recorrido musical que abarca unos quinientos años de historia, con el denominador común de Cervantes. Veinticinco canciones que podrían agruparse en obras que pudo haber escuchado el propio Cervantes (de F, de la Torre, J. de Anchieta, M. de Fuenllana y K. Vásquez); páginas que utilizan textos cervantinos (E. Halffter, A. Vives, F. Obradors, J. Nin-Culmell, C. Palacio L. Balada, A. Weber y H. Wolf); musicalización de textos de contemporáneos de Cervantes (M. de Falla, F. Mompou, J. Nin-Culmell y R. Gerhard), y una página inspirada en el Quijote de J. Comelles en la que intervino el violonchelista Iagoba Fando.

No estamos muy seguros de que las diferencias estéticas que presenta este abanico de canciones, representaran un problema para el público, teniendo en cuenta, además, la pequeña duración de cada una de ellas. Quizá los enamorados de la música antigua se sintieran transportados con el Pámpano verde, de Francisco de la Torre y no cómodos con la obra de Balada. Lo que sí podemos decir es que este detalle no fue un problema para la mezzosoprano pacense, que lució una voz bella, cálida y llena; rica en matices y con suficiente técnica para solventar algunos momentos de marcada exigencia.



A lo largo de la velada pudimos sentir la meditada melancolía de Noche fría (Carlos Palacio), la alegría del baile popular de Siempre escoge la mujer (Joaquín Nin-Culmell) y Por do  pasaré la sierra (Robert Gerhard). Resultó especialmente simpática la sencillísima canción Vete, vete pícaro hablador (Nin Culmell), quizá la pieza más corta de todo el repertorio cervantino, pero con mucha ocasión para el lucimiento expresivo.

Elena Gragera, sola, llenó de expresividad el Cantar del alma (Federico Mompou) y sorteó las dificultades del Soneto a Córdoba (Manuel de Falla), el dramatismo y hasta la tristeza del ciclo de Joan Comelles y la estructura más moderna de Tres cervantinas, de Balada.

Un mundo estético diferente estuvo representado por las obras de Carl M. von Weber (Sola, me siento acompañada) y Hugo Wolf (Cabecita, cabecita), ambas con texto perteneciente a La gitanilla. El mundo clásico del lied alemán aflora en estas canciones con toda su prestancia. Y la cantante lo dominó, ofreciendo expresividad y, sobre todo, muestra de su control del volumen sonoro.


Vidal Hernando

No hay comentarios:

Publicar un comentario